viernes, 12 de noviembre de 2010

LAS REGLAS DE DALE CARNEGIE


Nació en 1888 en maryville, Missouri; Carnegie se crió en una granja, siendo el segundo hijo de James William y Amanda Elizabeth Carnegie. En su juventud, trabajó en el campo al tiempo que realizaba sus estudios en el State Teacher's College en Warrensburg, graduándose como maestro de escuela. Su primer Warrensburg, graduándose como maestro de escuela. Su primer trabajo tras la universidad fue vender cursos de correspondencia a hacendados (rancheros); luego pasó a ser vendedor de tocino, jabón y manteca de la empresa Armour & Company. Tuvo tanto éxito que consiguió que su zona, Omaha del Sur, fuese líder nacional de ventas para la empresa.


El mayor éxito de mercadotecnia de Dale Carnegie fue cambiar la dicción de su apellido materno de «Carnegey» a Carnegie, en un momento en el que el empresario Andrew Carnegie era ampliamente reverenciado y reconocido.


El primer matrimonio de Carnegie acabó en divorcio en 1931. El 5 de noviembre de 1944, en Tulsa, Oklahoma, se casó con Dorothy Price Vanderpool, también divorciada. Tuvo dos hijas, Rosemary, de su primer matrimonio, y Donna Dale, del segundo.


Murió de la enfermedad de Hodgkin y fue enterrado en el cementerio de Belton en el Condado de Cass, Missouri.


SOBRE COMO GANAR AMIGOS E INFLUIR SOBRE LAS PERSONAS


REGLA 1.


La única forma de salir ganando en una discusión es evitándola. ¿Por qué demostrar a un hombre que se equivoca? ¿Has de agradarle con eso? ¿Por qué no dejarle que salve su dignidad? No te pidió una opinión. No le hacía falta. ¿Por qué discutir con él? Hay que evitar siempre el ángulo agudo. Sólo hay un modo de sacar la mejor parte de una discusión: evitarla. "Si discute usted, y pelea y contradice, puede lograr a veces un triunfo; pero será un triunfo vacío, porque jamás obtendrá la buena voluntad del contrincante" Benjamin Franklin. Piense, pues, en esto ¿Qué prefiere tener: una victoria académica, teatral, o la buena voluntad de un hombre? Muy pocas veces obtendrá las dos cosas. "El odio nunca es vencido por el odio sino por el amor" y un malentendido no termina nunca gracias a una discusión sino gracias al tacto, la diplomacia, la conciliación, y un sincero deseo de aprecia el punto de vista de los demás.


"No debe perder tiempo en discusiones personales la persona que está resuelta a ser lo más que pueda, y menos todavía debe exponerse a las consecuencias, incluso a la ruina de su carácter y la pérdida de su serenidad. Ceded en las cosas grandes sobre las cuales no podéis exhibir más que derechos iguales; y ceded en las más pequeñas aunque os sean claramente propias. Mejor es dar paso a un perro, que ser mordido por él al disputarle ese derecho. Ni aun matando al perro se curaría de la mordedura" Abraham Lincoln. Para impedir que un desacuerdo se transforme en una discusión.


Acepte el desacuerdo (Cuando dos socios siempre están de acuerdo, uno de ellos no es necesario.); quizás este desacuerdo es su oportunidad de corregirse antes de cometer un grave error.

Desconfíe de su primera impresión instintiva. Controle su carácter. Primero escuche, déle a su oponente la oportunidad de hablar, déjelo terminar. Busque las áreas de acuerdo, exponga antes que nada los puntos y áreas en que están de acuerdo. Sea honesto; busque los puntos donde puede admitir su error, y hágalo, discúlpese por sus errores, eso desarmará a sus oponentes y reducirá la actitud defensiva. Prometa pensar y analizar con cuidado las ideas de sus oponentes; y hágalo en serio, sus oponentes pueden tener razón. Agradezca sinceramente a sus oponentes por su interés. Posponga la acción de modo que ambos bandos tengan tiempo de repensar el problema (sugiera otra reunión). Cuando dos personas gritan, no hay comunicación, sólo ruido y malas vibraciones.


REGLA 2.


Demuestre respeto por las opiniones ajenas. Jamás diga a una persona que está equivocada. No empiece nunca anunciando: Le voy a demostrar tal y tal cosa. Hace que quien lo escucha quiera librar batalla con usted, antes de que empiece a hablar. Si va usted a demostrar algo, que no lo sepa nadie. Hágalo sutilmente, con tal destreza que nadie piense que lo está haciendo. "Se ha de enseñar a los hombres como si no se les enseñara, y proponerles cosas ignoradas como si fueran olvidadas" Alexander Pope. Si alguien hace una afirmación que a juicio de usted está errada -sí, aun cuando usted sepa que está errada- es mucho mejor empezar diciendo: Bien, escuche.
Yo pienso de otro modo, pero quizá me equivoque. "A veces notamos que vamos cambiando de idea sin resistencia alguna, sin emociones fuertes, pero si se nos dice que nos equivocamos nos enoja la imputación, y endurecemos el corazón" James Harvey Robinson.

"Nuestra primera reacción a la mayoría de las proposiciones (que oímos en boca del prójimo) es una evaluación o un juicio, antes que una comprensión" Carl Rogers. "Ponte rápidamente de acuerdo con tu adversario" No hay que discutir con el cliente o con el cónyuge o con el adversario. No le diga que se equivoca, no lo haga enojar; utilice un poco de tacto, de diplomacia.

REGLA 3.

Si usted está equivocado, admítalo rápida y enfáticamente. Si sabemos que de todas maneras se va a demostrar nuestro error, ¿no es mucho mejor ganar la delantera y reconocerlo por nuestra cuenta? No es mucho más fácil escuchar la crítica de nuestros labios que la censura de labios ajenos? Diga usted de sí mismo todas las cosas derogatorias que sabe está pensando la otra persona, o quiere decir, o se propone decir, y dígalas antes de que él haya tenido una oportunidad de formularlas, y le quitará la razón de hablar. Cuando tenemos razón, tratemos pues de atraer, suavemente y con tacto, a los demás a nuestra manera de pensar; y cuando nos equivocamos -muy a menudo, por cierto, a poco que seamos honestos con nosotros mismos- admitamos rápidamente y con entusiasmo el error. "Peleando no se consigue jamás lo suficiente, pero cediendo se consigue más de lo que se espera".

SOBRE COMO SUPRIMIR LAS PREOCUPACIONES Y DISFRUTAR DE LA VIDA

“Lo principal para nosotros no es ver lo que se halla vagamente a lo lejos, sino lo que está claramente a mano”

Deberíamos seguir el ejemplo de un gran buque, en el que su capitán con sólo presionar un botón, puede aislar varios de sus compartimientos. Aunque somos más complicados y nuestro viaje es más largo que el de un buque, tenemos que aprender a manejar la maquinaria que nos permita vivir en compartimientos estancos, al día, como forma de garantizar la seguridad del viaje. Cuando sea necesario, debemos presionar el botón y ver cómo se cierran las puertas de hierro que nos separan del pasado, el ayer muerto, y del futuro, el mañana que aún no ha nacido; de esta forma, quedaremos seguros para vivir el presente.

El despilfarro de energía, la angustia mental y los desajustes nerviosos estorban los pasos de la persona que siente ansiedad por el futuro o el pasado. Cultivemos el hábito de vivir la vida día a día, lo cual no significa que no hagamos esfuerzo alguno para preparar el futuro. El mejor modo de prepararse para el mañana es concentrarse, con toda la inteligencia y entusiasmo, en hacer hoy el trabajo de hoy, en forma excepcional.


Es necesario cuidar del mañana por todos los medios, meditando, proyectando y preparándose. Pero sin ansiedad ni preocupaciones. Cuando estamos sumamente agobiados por los pesares de la vida, por los múltiples quehaceres, por los problemas que parecen no tener solución, debemos parar y pensar: “un paso a la vez, una tarea cada vez.”.

Stephen Leacock escribió: “¡qué extraño es nuestro breve paso por la vida! El niño dice: cuando sea grande. El chico grande dice: cuando sea mayor. El mayor dice: cuando me case. El casado: cuando me retire. Cuando llega el retiro, se vuelve la vista hacia el camino viajado, parece correr por él un viento frío. Hay algo que no se ha logrado y que desaparece. La vida, según lo aprendemos demasiado tarde, está en vivir, en el tejido de cada día y cada hora.” Esta es la regla número uno para suprimir sus preocupaciones.
Esta es una receta rápida y probada para enfrentar situaciones de preocupación, que podemos empezar a utilizar desde hoy:

Analice la situación que le angustia valientemente y con honradez, e imagine lo peor que pudiera sucederle como consecuencia.


Acepte esa situación, si fuera necesario. Sentirá un alivio y una paz que le aclararán la mente y le librará de sus preocupaciones.


Luego dedíquese con calma, con tiempo y energía a tratar de mejorar lo peor (que ya aceptó).
Lo más probable es que no ocurra la peor situación que se imaginó, pero por lo menos usted tendrá a la mano otras alternativas, se sentirá aliviado, con energía, y no se sentirá desvalido y sin control ante la situación problemática.


El 70% de los pacientes que acuden al médico podrían curarse por sí mismos con sólo librarse de sus miedos y preocupaciones. Esto no significa que sus enfermedades son imaginarias - son tan reales como un terrible dolor de muelas y cien veces más graves. Pero enfermedades como la indigestión, úlceras estomacales, perturbaciones cardíacas, insomnio, jaquecas y algunos tipos de parálisis son, en gran parte producto del estrés.


En el caso de una úlcera estomacal: el miedo y ansiedad causa preocupación, la preocupación pone a la persona tensa y nerviosa, afecta los nervios del estómago, cambia los jugos gástricos y estos provocan la enfermedad. Estas úlceras pueden llegar a matar. Igualmente pasa con las enfermedades mentales.


Los trastornos mentales y físicos causados por la preocupación, el miedo, el odio, la frustración, y afines, están en aumento, extendiéndose con rapidez catastrófica. Pueden hacer un enfermo de la persona más vigorosa”.

Las fuerzas que más descansan y recrean son: una religión saludable, sueño, música y risas. Tenga fe en Dios, aprenda a dormir bien, ame la buena música, y vea el lado divertido de la vida - la salud y la felicidad serán suyas.


No todas nuestras preocupaciones son idénticas. Debemos equiparnos para tratar las distintas formas, de modo que podamos analizar cualquier problema. Para ello, debemos:

Averiguar los hechos: sin éstos, nos vamos a confundir más, lo que nos trae más estrés.
Analizar los hechos: pregúntese qué puede hacer al respecto.
Llegar a una decisión y actuar luego conforme a ella: lo más importante es: ¿cuándo va a comenzar a hacerlo?
Si sus preocupaciones se relacionan a los negocios, usted puede reducirlas en un 50% ayudándose de sus colegas, subordinados, compañeros, etc. preguntándoles:

¿En qué consiste el problema?
¿Cuál es la causa del problema?
¿Cuáles son las posibles soluciones?
¿Qué solución propone usted?


Winston Churchill trabajaba 18 horas diarias durante la segunda guerra mundial. Cuando se le preguntó si no le preocupaban sus tremendas responsabilidades, contestó: “estoy demasiado ocupado. No tengo tiempo de preocuparme”.

Pero ¿por qué una cosa tan sencilla como ocuparse elimina la ansiedad? Porque es imposible para cualquier persona, por brillante que sea, pensar en más de una cosa al mismo tiempo. En el campo de las emociones no es posible que nos mostremos a la vez entusiasmados por algo interesante que estamos haciendo, y abrumados por la preocupación. Una de las emociones anula a la otra.


La mayoría de nosotros nos perdemos fácilmente en la acción cuando estamos ocupados en el trabajo cotidiano. Son las horas de hastío las verdaderamente peligrosas, precisamente cuando podríamos disfrutar libremente de nuestro tiempo y ser más felices. Es en ese momento cuando nos preguntamos si estamos haciendo algo importante con la vida, si no estamos dando vueltas en la nada, si el jefe “quiso decir esto o aquello”, si nos estamos quedando calvos, etc.



Cuando no estamos ocupados, nuestras mentes tienden a convertirse en un vacío, y por lo general lo llenamos con emociones. ¿Por qué? Porque las emociones de la preocupación, el miedo, la ansiedad, la frustración, el odio y la envidia son traídas por el aburrimiento y el ocio. Estas emociones son tan violentas que tienden a expulsar de nuestros espíritus todos los pensamientos y emociones pacíficas y felices.

Es por esto que debemos buscarle finalidad a nuestro tiempo, a nuestros días. El secreto para ser desdichado está en tener tiempo de ocio para pensar si se es feliz o no.

Recuerde la regla número dos: ocúpese. La persona preocupada debe perderse en la acción, si no quiere marchitarse en la desesperación.

Es frecuente que encaremos valientemente los grandes desastres de la vida; en cambio, las minucias, los “dolores de cabeza”, nos vencen. Las sabandijas en este caso son aquellas pequeñas cosas que nos molestan día a día, son las pequeñas preocupaciones, las intolerancias, las rabietas, los fastidios, etc.

Disraeli dijo: “la vida es demasiado breve para ser pequeña”. Frecuentemente dejamos que nos perturben cosas tontas que deberíamos despreciar y olvidar. Contamos con varias décadas para vivir, y perdemos muchas horas irremplazables en rumiar agravios, que al cabo de un año habrán sido olvidados por nosotros y por todo el mundo. Dediquemos nuestras vidas a acciones y sentimientos que valgan la pena, a las grandes ideas, a los afectos verdaderos y a las acciones perdurables.

La regla número tres para vencer la preocupación es: no se detenga en insignificancia.


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